domingo, 6 de mayo de 2012

Democracia totalitaria, despotismo, dictadura democrática

Por: Nelson Castellano Hernández - nelsoncastellano@hotmail.com - "El despotismo es un gobierno de una autoridad singular, una sola persona o un grupo de personas estrechamente relacionadas, que gobiernan con poder absoluto. A dichos gobernantes se les denomina déspotas. La palabra insinúa reinado tiránico; supone una forma de gobierno que impone control absoluto de todo ciudadano." Wikipedia

La situación en América Latina es alarmante, crisis y violencia reinan en muchos países, las sociedades se encuentran polarizadas, el odio y el rencor forma parte del proyecto y programa de algunos gobiernos y no es con estas posiciones, que los grandes problemas del futuro van a solucionarse.

La tendencia indica que se están radicalizando en la forma y en la acción. Una nueva forma de régimen se ha impuesto en el sub-continente: la democracia totalitaria o dictadura democrática; en donde opinar contra el gobierno, es un delito grave, en donde hacer parte de una oposición, necesaria en toda democracia, es ser considerado, no como un adversario político sino un enemigo y debe ser neutralizado por todos los medios.

El miedo social, laboral, institucional, recorre los países de la región. Y ello es un peligro para la construcción de las nuevas sociedades que se encuentran en proceso de afirmación. Cuál es entonces la diferencia entre otras formas de gobiernos ilegales pero a veces legítimos, y estas democracias legales pero con acciones ilegitimas. Pareciese que estuviéramos viviendo aun en los tiempos de la guerra fría, centralizada en algunos países como: Ecuador, Bolivia, Argentina, Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Todo ello es inquietante para el futuro de esas naciones, de sus sociedades, pero sobretodo para los jóvenes, esperanza del futuro y quienes se les cierra el porvenir.

Se hace creer que se está tomando en cuenta el interés del pueblo en la toma de decisiones, lo utilizan como pivote para cualquier tema, para lo económico, lo político, lo social; para explicar el pasado, el presente y el futuro.

En realidad todo es una farsa, esos gobiernos actúan como los oportunistas de siempre, responden a la rentabilidad política de unos pocos, del partido único, de la nueva elite totalitaria. Son una mala copia del centralismo democrático propio de los regímenes dictatoriales, pero estos últimos se identifican como tales y no diciendo que son otra cosa.

¿Cómo los responsables de un Gobierno, pretenden administrar una Sociedad, con las únicas variables transversales de sus proyectos: el odio y el rencor? Se aproxima el momento de decir basta, pues todo tiene su límite de explotación racional y será en ese momento que la sensibilidad comience a germinar para luego presentarse bajo diversas formas. En las sociedades humanas una relación de amo a esclavo jamás ha sido eterna.

En el continente Europeo frente a los conflictos bélicos, la violencia terrorista, frente al rencor y los crímenes de guerra, los países asociaron a todos los ciudadanos en las soluciones y encauzarlos hacia un modelo diferente. En esa América Latina, al contrario, se divide, se remonta el pasado con rencor, no se buscan soluciones justas y objetivas, se juegan con las conciencias, se manipula, y se utiliza el pasado doloroso, para evitar la reconciliación.

Nadie quiere reconocer ni asumir responsabilidades: tanto colectivas como individuales, lo mejor es aludir que no se sabía nada, pero a la hora de juzgar son raudos en dar sus opiniones como si fuesen parte en los autos.

Los miembros de la sociedad en su conjunto, deben manifestar su grado de corresponsabilidad en el pasado. Hoy en día, es más rápido y chocante entrar en la psicología colectiva, argumentando razones frente a las cuales nadie puede permanecer insensible, pero haciendo una mezcla de todo para demostrar que el estado actual de la sociedad, la esquizofrenia, la anomia son producto de una historia parcial.

¿Cómo comprender hoy en día, esas sociedades?, No nacieron ex-nihilo, En algunas realidades latinoamericanas se vivió un proceso de construcción de instituciones democráticas, que les permitió salir de procesos inconstitucionales o autoritarios y cimentar las bases de un sistema democrático, que si bien pudo tener imperfecciones demostró que podía funcionar y perfeccionarse.

En otras realidades los cimientos clásicos del Estado son deformados, las instituciones (y sus miembros) de otras épocas, que velaron por el orden, la seguridad y la defensa de los valores nacionales, son consideradas, hoy en día enemigos del Estado, provocadores de todos los males. Con esas excusas se impone más desorden, más violencia social, más criminalidad, más seguridad negativa.

El Perfeccionamiento del sistema y la evolución lógica y pacífica de los procesos ha sido alterada en un amplio sector de Latinoamérica, lo arbitrario ya se instaló, la anarquía es el valor que se aplica, en esas sociedades el miedo a la opinión, a la expresión, es una constante. Sus nuevas élites tienen como motivaciones a su manera de gobernar: el odio, el rencor y la venganza. ¿Cuál es entonces el modelo de país que se busca?, ¿Quién piensa en un nuevo Contrato Social y no en una venganza indefinida?.

Frente a tantas acciones contradictorias o desprovistas de objetivos justos, que ejecutan algunos de los líderes de esta parte de la América, me pregunto si no será únicamente, la venganza o el odio visceral que lleva a los regimenes políticos actuales de aplicar políticas de objetividad dudosa y de resultados inciertos. Se juega con el futuro de una nación. Lo táctico para sus proyectos guía sus acciones, dejando de lado lo estratégico nacional que debe ser en beneficio del pueblo y de sus ciudadanos. Ganarse la legitimidad es un largo camino a recorrer en el cual varios de los gobernantes actuales realizan todo lo posible para no obtener ese reconocimiento. Más que nunca tengo la certeza que los actuales depositarios del poder en Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua, Cuba y Venezuela no han consultado los clásicos en temas estratégicos de moral, política e ideológicos como Sun Tzu, Espinoza, Hobbes, Kant, Sócrates, Aristóteles, Santo Tomas de Aquino, Jacques Maritain y otros libres pensadores, filósofos, naturalistas, cristianos o contractualitas, quienes concebían un Estado donde existían valores como el humanismo, la libertad y la noción de igualdad.

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